miércoles, 1 de noviembre de 2017

A mi padre, Antonio Sanz Zamorano






Por Antonio Sanz Cabello

A mi padre. Hoy, 1 de noviembre.
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Hace mas de cinco años que falleció por un cáncer fulminante mi padre Antonio Sanz Zamorano.
Os confieso una cosa que nunca hubiera imaginado. Desde entonces no ha habido un día en que no me aparezca una imagen, un recuerdo o un consejo suyo.
Desde 2013 gracias a este Parque, que hoy como siempre que puedo he vuelto a visitar, ese recuerdo mío se vuelve a extender a todo Jerez y para siempre, desde que se fijo el nombre de un lugar maravilloso, lleno de vida y futuro como, Parque Andaluz " Antonio Sanz Zamorano".
Gracias siempre a Maria Jose Garcia Pelayo, al Ayuntamiento y a la Asociación de Vecinos por regalarnos una parte tan grande de este pulmón de ese barrio, el que le falto para sobrevivir a mi padre, para dar vida a la figura de un jerezano que sentía pasión por cada rincón de mi ciudad.
Mi padre nunca militó en ningún partido político. Su militancia era con Jerez, a la que sirvió como Concejal en la transición y a la que aplico toda su capacidad, creatividad y trabajo.
Un titular periodístico al morir mi padre lo definió como " Maestro en Humanidad". Inmejorable definición.
Fue protagonista de mucho, pero siempre renunció al protagonismo. Así era, Antonio Sanz Zamorano. Protagonizo mucho en Jerez, pero su ejemplar humildad le llevo siempre a quedarse un paso atrás para dar protagonismo a los demás.
Nunca buscó ser un jerezano ejemplar. Pero os aseguro que si fue un ejemplo para los que vivimos con él. Su familia, sus compañeros, sus alumnos.
Su objetivo era ser útil, innovador y creativo en todo. De el seguro algunos hemos sacado el amor al trabajo. Infatigable y cabezota hasta no conseguir culminar la faena.
Pero en su labor, en sus logros siempre tuvo una característica común. Una labor callada, silenciosa, sin ruidos ni estridencias. Quizás salvo al final de su vida donde a través de un libro pudo expresar su ambición por un Jerez un poquito mejor.
Dialogante y moderado. Equilibrado y seguro. Positivo y riguroso. Trabajador infatigable. Así era, así vivió, Antonio Sanz Zamorano.
Ya he dicho que no era político, aunque le apasionaba la política. Su ideología era el sentido común. El mejor de los sentidos. La más centrada de las ideologías.
Normalmente no se metía en decisiones ni conflictos políticos. Si digo que cuando lo hacia había que tenerlo en cuenta. Recuerdo en los miles de kilómetros por Andalucía con Javier Arenas que le decía: hoy me ha llamado por esto mi padre. Siempre comentábamos, algo pasa. Llevaba razón.
Pero sobre todo era padre, esposo y maestro. Sin duda, su vocación fue la docencia. Desde Grazalema hasta el C.P. Alfonso X El Sabio creo ha dejado huella en los que fuimos sus alumnos, no en vano, el tuvo un maestro que también le dejo honda huella y claros principios que transmitir a los demás, Don Alberto Durán.
Así ha sido. Me siento muy orgulloso aún de encontrarme muchas veces a alumnos y familiares agradecidos por la labor docente de mi padre. Las enseñanzas teóricas de Naturales, Física y Química. Pero lo más importante, las enseñanzas prácticas de vida que daba a diario a sus alumnos. Algo reconocido ampliamente el año de su jubilación por el Ministerio de Educación al concederle la Gran Cruz de Alfonso X.






Si una ciudad reconoce la vida de una persona con un gran Parque a uno de sus vecinos. Imaginad la desazón de un hijo que nunca tuvo ni tiempo ni valor de reconocerle y agradecerle en vida el ejemplo y la confianza sin límites, no sometida a difíciles pruebas, que desde muy niño deposito mi padre en mi como persona. Y es que no sólo confió ciegamente en su hijo. Es que arriesgo y soporto vientos y mareas todos los años difíciles de la juventud.
Espero, al menos, que arriba donde está se sienta orgulloso de sus hijos que aprendimos de él el valor y el sacrificio por el trabajo como autoexigencia diaria por ser mejores.





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