miércoles, 27 de septiembre de 2017

¿Rateros en la Sierra?

Noticia aparecida en El Heraldo, el 13 de octubre de 1847



 Por Esperanza Cabello

De vez en cuando encontramos en la Biblioteca Nacional de España documentos muy interesantes, sobre todo periódicos que nos hacen pensar en cómo las noticias pueden ser diferentes según las cuenten unos corresponsales u otros, también dependiendo del medio en el que están publicadas.
Nos gusta ver cómo debaten, cómo incluso se hablan unos a otros, intentando que sea el propio punto de vista el que prevalezca. Y también reconocemos las dificultades que tenían estos periodistas de mediados del XIX para llegar al lugar de la noticia.
Hubo un malhechor llamado Agustín del Castillo (El Chivo Negro) que estuvo sorteando a los Guardias Civiles que pretendían detenerlo. Lo escabroso del terreno, y el hecho de que este ratero hubiera sido pastor jugaban en contra de la ley, hasta que el alcalde de Benaocaz, entonces Antonio González, tuvo la idea de contactar con dos desertores del ejército para que se infiltraran en la partida del Chivo Negro y lo trajeran a la autoridad vivo o muerto, a cambio de interceder ante la reina para conmutarles la pena por deserción.
Esta historia tuvo mucha resonancia, y son varios los periódicos de la época (El Heraldo, El Nacional, El Español, El Eco del Comercio) que cuentan la historia. Les dejamos el enlace para que puedan leer todas las noticias y les traemos la noticia de El Heraldo:



Malhechores.- De Prado del Rey escriben al Comercio de Cádiz lo siguiente:


                “Por lo que aparece escrito en el Comercio del 28 del mes último, he deducido que el Nacional da demasiada importancia a los rateros que vagaban por la sierra, y con objeto de enterar a Vds. De lo ocurrido y calmar la inquietud del Nacional, haré una ligera y verdadera relación de todo.

                En el camino que conduce del Bosque á Ubrique, y en el sitio nombrado Arroyo de la Silla, término de Benaocaz, salieron cinco rateros enmascarados la mañana del día 8 del pasado, dos con palos y tres con escopetas, con objeto de sorprender a Francisco de Casas, guarda de las dehesas que en el bosque posee el Excelentísimo señor Duque de Osuna, y como el guarda tratase de defenderse, al echar mano á su retaco le dispararon los rateros un tiro del que le quebraron el brazo derecho, hiriéndole al propio tiempo la cara y dándole un plomazo al caballo que aquel montaba, el cual echó a correr despavorido, siendo esta la causa quizás de que no hubiera sido asesinado el Casas. Conducido que fue al Bosque, se encuentra ya casi restablecido.

                El jefe de los rateros era un vecino de Benaocaz, conocido por el Chivo-Negro que, por desertor de presidio y asesino, vagaba por los montes. La guardia civil lo perseguía con la mayor actividad, pero eran inútiles todas las diligencias por lo escabroso del terreno y por el abrigo que el criminal encontraba en los caseríos. Sabedor el Chivo-Negro de los esfuerzos de la guardia por avistarlo, no tenía punto fijo, y así es que el día 19 del citado mes con noticia de que en Benaocaz había algunos guardias, les mandó un papel escrito con lápiz desafiéndolos para que saliesen al sitio que llaman Agua Nueva, camino de Villaluenga, donde los esperaba: en el momento en que el sargento de la guardia recibió el anuncio salió con cuatro individuos de dicha arma al sitio que se le designaba, previo aviso a la autoridad de aquel pueblo; más tan luego como el Chivo-Negro les vió, se puso en fuga con los suyos, introduciéndose en la sierra y haciendo disparos que se veían salir de entre los peñascos, sin distinguirse al que los hacía.

Los  guardias, no obstante, seguían la dirección del sitio de donde salían los tiros sin haber llegado a disparar los fusiles; más ya oscurecido tuvieron que abandonar la sierra y al efectuarlo se encuentran a la autoridad de Benaocaz que, con un paisano armado con un palo, venía a prestar el auxilio debido.

                El Chivo-Negro, siempre temeroso aún de los cuatro que lo acompañaban, les recogía de noche las armas, más al hacerlo en el día 26 fue asesinado a puñaladas por dos de sus dichos compañeros que se dice ser desertores del ejército. Desde la muerte del susodicho nada se dice de rateros en la Sierra.

                He aquí todo lo ocurrido respecto a esa horda de malvados que tanto pondera el Nacional: aunque un hermano del Chivo-Negro, que se conducía preso desde Benaocaz á Villaluenga se les fugó a sus conductores, nada tiene que ver eso con la partida de que acabo de hablar.

                La guardia civil situada en estos pueblos no descansa, pero todos sus trabajos quedan burlados por lo escabroso y complicado del terreno; no sucederá así cuando ya prácticos los guardias, no necesiten guías ni de preguntar en rancho alguno, pues lo que más hay que observar es la conducta de esos que, so pretesto de trabajar en los montes, están provistos de documentos.”






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1 comentario:

deibilin dijo...

Me encantan estas historias de bandoleros. Cuando me pierdo en nuestra sierra me imagino la vida y las historias que se han vivido en ella, me encanta pensar en las personas que han vivido en esas casas derruidas o pensar la gente que se a cobijado en esas cuevas. Gracias por compartirlo.