martes, 4 de julio de 2017

El San Antonio, por Robustiano del Canto

Artículo de Robustiano del Canto
Publicado en Ubrique Información en abril de 1995


Reproducimos fielmente a continuación un artículo de Robustiano del Canto con imágenes de Juande publicado en Ubrique Información en abril de 1995. Se trata de un homenaje a la Corporación Municipal que restauró el San Antonio y reconstruyó la torre tal y como la conocemos actualmente. Nos ha parecido muy interesante y, aunque son historias que los ubriqueños conocíamos antes (la anécdota de la tarta y el pastelero por ejemplo, o  que el edificio ABC está dedicado a esta torre: Admirable, Bellísima y Contemplada, no queremos que se pierdan en el olvido.



Admirable, Bellísima y Contemplada torre


HOMENAJE A LA CORPORACIÓN QUE CONSTRUYÓ EL SAN ANTONIO
     Dibujo del aspecto que presentaba la torre en su inauguración, con lámparas de carburo

        La torre del San Antonio quedó inaugurada el 31 de diciembre de 1886. El acontecimiento fue festejado por todos los ubriqueños que se concentraron en La Plaza para tomar ante el monumento las doce uvas, conmemorando así el comienzo del nuevo año con vítores a la torre artesana y a su alcalde confitero

ROBUSTIANO DEL CANTO

                La Corporación que gobernó de 1884 a 1888 fue elegida por el pueblo en unas elecciones municipales en las que vencieron los liberales. Todos los elegidos eran paisanos muy conocidos en Ubrique, trabajadores y empresarios de los gremios más estimados, gente de confianza y responsables que mandaron bien, según mi modesta opinión.
                El pueblo estaba contento y en armonía, claro que como a todos los que manda se les criticaría, sobre todo mediante coplillas de Carnaval, y concretamente en el de 1887. Ubrique entonces tenía unos 4.000 habitantes, de los cuales siete u ocho constituían la plantilla del ayuntamiento, todos ellos paisanos y de clase sencilla.
                En esta época, tras el fracaso de la I Republica, España entró en una nueva fase de Restauración monárquica, comprendida entre los años 1875 y 1898. Durante la Constitución instaurada en este periodo, siendo rey de España Alfonso XII, cada cuatro años se celebraban en todos los pueblos y capitales de la nación elecciones para designar los concejales en los ayuntamientos.
                Los dos políticos más importantes en ese régimen, Cánovas y Sagasta, implantaron el sistema de bipartidismo, alternando un gobierno liberal y otro conservador. En Ubrique también se consolidó esta política del turnismo, siendo las elecciones concertadas de antemano, organizándose un banquete en el casino de los ricos y otro menos al pueblo llano.
De las urnas, según las actas capitulares, salieron elegidos los liberales. Así, nueve personas conformaron la corporación local: el alcalde, don Ángel Misut Muñoz, industrial de confitería y persona muy popular, y como concejales Manuel Morales, de profesión albañil; Ricardo Vecina, industrial de petacas; Juan Muñoz, herrero; José Angulo, tenerario; Cristóbal Gil, herrero; Cristóbal Guerrero, industrial de curtidos; Ignacio Rodríguez, industrial de tejidos; Juan Dorado, carpintero; y como suplente Manuel Agüera, campesino. Todos ellos ocupaban los más fuertes oficios de entonces.
                Lo primero que hizo la Corporación municipal de Ubrique fue subir los impuestos que se cobraban en las casillas de arbitrios municipales a la entrada del pueblo.
                La inauguración de la torre del San Antonio quedó retrasada hasta finales de año, ya que faltaba el reloj y tardó en llegar. En la navidad del año 1886 se hicieron los preparativos, adornando la torre con banderas y para que se viera bien el reloj se iluminó con lámparas de carburo.
                A las doce de la noche del 31 de diciembre de 1886, con acompañamiento de la Banda Municipal de Música, dio el reloj las primeras campanadas. En La Plaza, los concurrentes se comieron las uvas, vitoreando el año nuevo. Se sucedieron los vítores al señor alcalde y a su corporación, a Ubrique, a la torre del alcalde confitero, a la torre del San Antonio y hasta hubo quien dijo “¡Viva la torre petaquera, viva al torre artesanal!”.
                Aquel mismo día se estrenó también el hermoso candelabro de La Plaza así como los canapés de hierro y tablas que aún se conservan.
                Solo se echó de menos al querido Ricardito Vecina, que no pudo ver su obra terminada ya que murió el 18 de julio de ese mismo año. A él le debemos el especial diseño de la torre, que aunque sea simbólicamente introduce en sus filigranas todos los instrumentos propios del petaquero de entonces.
                Al día siguiente, en el salón de sesiones del Ayuntamiento, se sirvió un refrigerio para el personal del mismo, clero y autoridades, donde una gran tarta con la forma y color de la torre acompañó la celebración. Seguramente los gastos extraordinarios del banquete corrieron a cargo del municipio, y al igual que el concejal carpintero y los herreros, también el pastelero pasó factura. Por ello, las coplas del Carnaval de entonces hicieron referencia a este asunto, Así, la murga llamada “Gentes populares y con buenísimo humor”, con tipo de confiteros, contaban una coplilla titulada Al mal tiempo buena cara:
Con la realización de la torre
Y sus gastos adicionales
Los arbitrios aumentaron
Y se llenaron las arcas municipales
Al mal tiempo buena cara

Todos pagamos las obras de la torre
Sin ninguna zozobra
A unos beneficiaron
Y a muchos perjudicaron
Al mal tiempo buena cara

Ya se inauguró la torre
Tras las doce campanadas
Por su alcalde confitero y concejales
Y la bamba a disfrutar
Al mal tiempo buena cara
 

El testimonio monumental que nos dejaron a través del San Antonio ha sido un gran legado histórico que ha dado realce a Ubrique. Imagen adoptada en membretes de cartas y para todo tipo de propaganda, como ocurrió con la antigua fábrica de petacas San Antonio, La Serrana. Un galardón a nuestra artesanía mundialmente conocida.
La gente siempre admiró esta torre. Cuánta propaganda se ha hecho de ella. La vimos en el primer anuncio de televisión, dando el petaquero sonido a la patacabra. Y, por último, cuando don Emilio Santamaría de joven llegó a Ubrique en 1912, siendo viajante de Lorenzo Chacón Viruez, aquella mañana se embobó al verla y decía “No he visto ninguna igual. ¡Qué belleza y qué contemplativa está!”.






1 comentario:

Michael Priden Ruiz dijo...

El San Antonio aún queda ponerlo más bonito y más importante. Como nuestro convento de capuchinos fue mejorado. Yo sugiero que las casa que están al lado se derriben y se haga un anexo al San Antonio para que lo embellezca aún más.Y que la parte de abajo-donde vivía el médico y la peña flamenca se haga un jardín con escalones para subir al San Antonio durante el día y que por la noche se cierre igual que el parque Alberti. En Definitiva que se engrandezca esa zona para deleite de los ubriqueño y de los visitantes.