sábado, 16 de enero de 2016

Don Emilio Santamaría, por José Conde Moncayo

Publicidad de Emilio Santamaría
Aparecida en El Fígaro el 13 de diciembre de 1919
Hemeroteca Digital BNE


Por Esperanza Cabello

Actualmente todos conocemos el papel tan importante que Emilio Santamaría jugó en la evolución de la fabricación y comercialización de los artículos de piel. En Ubrique existía una gran tradición curtidora, y hacía más de cien años que se trabajaba la piel cuando este asturiano llegó en 1919, pero su llegada a Ubrique fue toda una revolución en el mundo de los artículos de piel.
Hoy nuestra tía Carmen nos ha comentado que su trabajo era muy reconocido en el pueblo, y que su firma fue de las más prestigiosas en los años de la postguerra, dedicándose a la fabricación de artículos de gran calidad y a la marroquinería de lujo, como hicieron también Antonio Benítez y Leandro Izquierdo.
Pero en los años setenta la figura de Emilio Santamaría no estaba muy reconocida, y hemos tenido acceso a un estupendo artículo de don José Conde Moncayo, reivindicando el trabajo de Santamaría y de los especialistas que vinieron de su mano: Cole, Cabello y Sanahuja.
Dicho artículo fue publicado en el ABC del doce de septiembre de 1972.


ABC 12 septiembre 1972


LOS PIONEROS

Con vistas al “concurso literario” del Ayuntamiento de Ubrique, un año más, vienen apareciendo en los diferentes periódicos, entre ellos este ABC, unos artículos que loan las virtudes de los ubriqueños y el encanto de los parajes en que se encuentra ubicado el pueblo.
Con el presente, que de antemano lo considero pobre y por su consecuencia fuera de concurso, no pretendo otra cosa que sea conocido por muchos de Ubrique y más de fuera, quiénes fueron los únicos y verdaderos artífices del medio de vida que hoy se desarrolla por aquí.
Cuando allá por los años veinte don Emilio Santamaría construyó la fábrica, en Ubrique no había personal facultado para llevar a cabo la innovación de lo rudimentario de la petaca, que era lo único que en Ubrique se sabía hacer (de ahí el apelativo de “Ubrique el de las petacas”) y se vio en la necesidad de traer personal de fuera. Por su gestión llegaron a Ubrique tres señores, Mr. Cole, italiano; el señor Cabello, de Córdoba, y el señor Sanahuja, de Madrid.
Traía el señor Cole, entre otras, la misión de modelar; el señor Cabello, la de repujado, y el señor Sanahuja la parte de marcos, etc., todos bajo la dirección del señor Santamaría, que dio el empuje, el real y verdadero empuje, la “puesta en marcha” a la innovación de la industria de Ubrique.
Cuando leo los artículos periodísticos, año tras año, lo mismo que cuando escucho los documentados “cantos” de los mantenedores y observo que el paso y labor de estos señores sigue en el “anonimato” sin que nada me ligue ni obligue, siento un infinito dolor, no por ellos, que al fin y al cabo, muertos como están, poco necesitan. Sino que me parece entrever por esto que Ubrique es desagradecido, y a mi entender y parecer la ingratitud no se practica, al menos, con marcada intención. Se puede deber más bien a que, habiendo transcurrido tanto tiempo, cuando vienen a documentarse los que luego escriben o hablan y siendo jóvenes o de fuera los informadores, la aportación que los mentados hicieran por y para Ubrique queda en el olvido cada año.
Siendo malintencionados, podría pensarse que se omite deliberadamente para que recaiga el mérito en ubriqueños o en los ya lejanos árabes, que si bien ese es su origen (en cuanto al repujado), a Ubrique llegó por el cordobés señor Cabello, de la mano de don Emilio Santamaría. Don Emilio Santamaría a quien, sin paliativos de ninguna clase, todo se lo debemos.
Don Emilio Santamaría, como todo predestinado (él lo era para el artículo de piel) tropezó con el ambiente, porque mira que ponerse a pagar el diez por ciento del sueldo anual bruto a cada productor (no se llamaban así entonces) en concepto de regalo (hoy paga extra) en la Navidad de 1931. Y hacerlo por nobleza, por altas miras, sin ley que le obligara, por amor, como un testimonio más de afecto a  Ubrique, por desinterés, y tal era que pensaba unificar a todas las incipientes (mal llamadas industrias) en una sola que se denominara “Ubrique”. No pretendía encumbrar su nombre, válido del desconocimiento de los demás, quería, y no pudo realizarlo, formar la primera fusión de empresas o la primera cooperativa, como se llaman hoy.
Se entregaron de lleno y de plano por y para Ubrique. Trajeron la base y raíz de lo que Ubrique hoy es, y no debe continuar por más tiempo olvidado u omitido el paso de estos hombres por Ubrique, porque pueden juzgar para sus adentros los que hoy hacen algo por Ubrique (los pueblos siempre necesitan que se haga algo por ellos) si a la posteridad todo el desvelo y los sinsabores que producen las gestiones para la consecución de un bienestar o un medio, toda su entrega de hoy fuere lacrada con el sello del olvido… Cabe, una vez más, el aforismo de “suum cuique”.
JOSÉ CONDE MONCAYO


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