miércoles, 7 de enero de 2015

Aquellos juegos infantiles: jugar a las muñecas

 Sábanas para el carrito de muñecas, bordadas en 1960



Por Esperanza Cabello

Hoy ha sido un día muy especial para todos los niños y niñas, también para sus padres y, por supuesto, para sus abuelos. Hoy ha sido el día de los Reyes Magos, el más recordado y el más sonado de todos los días de fiesta infantiles, al menos el más recordado para la gente de nuestra generación.
En nuestra casa se celebraba con "pompa y esplendor". La noche de Reyes hacíamos unos preciosos canastos con papeles de seda de colores (en este enlace) y dejábamos todo preparado en el salón de la casa para cuando llegaran sus majestades.


 El ajuar de una muñeca

 Nosotros éramos niños privilegiados, los reyes nos traían pelotas, muñecos, trajes de romanos, de indios o de vaqueros; cunitas, libros, caramelos y, casi siempre, ropita para los muñecos.
Hablando hoy con nuestra prima Antonia Mari hemos recordado aquella ropita de muñecos. Todas las mujeres de la familia eran verdaderas artistas que dedicaban, amorosa y primorosamente, una buena parte de su tiempo en hacernos ropitas para los muñecos con todos los detalles.
Hemos estado recordando un precioso vestido rojo y blanco de gitana, lleno de volantes; todo un primor. Pero también baberos y zapatitos de croché, ternos de cama para la cunita o el carrito, camisas, jerséis, vestidos, gorros, guantes.


 Jerseis y gorros para los muñecos de goma


Pero mientras hablábamos con nuestra prima pensábamos, con tristeza, que esas prendas bordadas, cosidas, preparadas y confeccionadas con esmero han desaparecido casi en su totalidad. Los niños no éramos capaces de dejar de jugar con ellas, y los trapitos sirvieron para mil y un usos diferentes. Y lo que es peor, como eran juguetes no les hacíamos mucho caso, además si uno se rompía o se perdía, siempre nos hacían otros.
Hemos estado intentando encontrar las ropitas de los muñecos, y, afortunadamente, hemos encontrado algunas piezas, aunque echamos en falta muchas más.
Todas aquellas colchas que nuestra tía Reme nos preparó, o las sabanitas bordadas que  María Teresa nos regaló, las camisitas como las de bebé que Teresita hizo, los baberos de croché de nuestra abuela o los jerséis y gorros de lana que hizo nuestra madre.
Recordamos cuando íbamos a hablar con Teresita o con Dolores para que nos cortara un "pico" para el muñeco (el pico era un trocito de tela triangular que se ajustaba al pañal del bebé para evitar que se moviera) con cualquier retal de tela y no solo nos lo cortaban, sino que lo sobrehilaban y le hacían siempre una gracia que los hacía diferentes.



 Gorrito de lana con pompón
Hecho por abuela Esperanza


Y en cada canasto de reyes, cada año, había prendas nuevas para nuestros muñecos. 
Después, cuando tuvimos hijos, también preparábamos los canastos de reyes, y también había muñecos, y del mismo modo siempre había ropita nueva para los muñecos: conjuntos de gorro, guantes y bufandas; pantalón y jersey; pantalón y rebeca; baberos; ropa para el cochecito de capota o para la cunita... Pero cada vez menos personas saben hacer esas maravillas.
Nuestra madre ha vestido a muchísimos muñecos para sus nietas, nuestra tía Carmen también (las últimas prendas que ha hecho han sido para los muñecos de su nieta Natalia), nuestra tía Isabelita a sus noventa y cinco años sigue haciendo jerséis, gorros, patines y pantalones.


Sabanitas y patines para las muñecas



Pero cuando esa generación de abuelas ya no haga ropita de muñecos habremos perdido para siempre ese lujo y ese privilegio. Nosotros hemos sido capaces de preparar colchitas, sábanas, ropita, vestidos... Pero nunca podremos llegar a igualar, ni en sueños, la maestría y la perfección de nuestras mayores.



Pensamos en esas sabanitas que nuestra tía María Teresa nos bordó para la cunita de juguete hace más de cincuenta años, con los festones, los muñecos, los detalles, las iniciales, el perrito, la vela, el pollito, el canasto.
Es un pequeño tesoro del que pudimos disfrutar tanto tiempo tapando a nuestros muñecos y que ahora conservamos preciosamente.





Ojalá esta entrada sirva para que todos nos preocupemos un poco más por aquellos juguetes tan especiales de nuestra infancia y los recuperemos de cajas y altillos. Seguro que al recordar que fuimos niños y niñas privilegiados por haber disfrutando tanto de nuestros padres, tíos y abuelos recuperamos un poco de aquella ilusión infantil.


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