sábado, 3 de marzo de 2012

Libro sobre Villaluenga del Rosario, 1926


 Por Esperanza Cabello


Algunas veces existen los golpes de suerte. Nunca habíamos participado en una  subasta por internet, y no teníamos muy claro cómo podría salir, pero encontramos, por azar, una página de subastas en la que proponían un libro de Villaluenga del Rosario.
Se trata de un libro de 1926, editado en Arcos, por la imprenta arcobricense (Castelar, 9), llamado "Fiesta en honor de Ntra. Sra. del Rosario, Patrona de Villauenga". Ya habíamos adquirido un libro de 1901 de esta editorial y no nos había defraudado, así que al ver los datos del libro pujamos por él para ver si lo conseguíamos, y después de  un par de semanas de espera supimos que habíamos ganado la subasta y que el libro podía ser de nuestra propiedad.
¡Qué alegría! Esos son los "pequeños tesoros" que más nos entusiasman... ¿Qué láminas traería? ¿Qué tipo de fiesta sería?
Un par de semanas más y el libro ha llegado ¡por fin! a nuestras manos. Lógicamente se trata de un libro en honor a la Virgen del Rosario, pero nos ha encantado saber quiénes lo escriben: El profesor don Antonio Gálvez, el médico, don Blas Gutiérrez del Corral, el alcalde, don Pedro Gutiérrez del Corral y los dos "jóvenes abogados" Pedro Sánchez Sánchez y Pedro Pérez Clotet. 
Aún sin ser payoyos sentimos una gran simpatía por el pueblo vecino, que nuestro padre adoraba, y estamos muy contentos de haber recuperado una bonita historia para todos, aunque, por supuesto, el recuerdo de este día está en la mente y el corazón de todos, puesto que se sigue celebrando la Procesión de Las Piedras y los actos en conmemoración de este gran día.
 




 Portada del Libro sobre Villaluenga, 1926
 

 Parece ser que el 31 de agosto de 1926 se desgajó una gran masa de piedras de gran tonelaje de la sierra de Villaluenga, cayendo sobre el pueblo pero sin causar ningún daño personal. Dando por supuesto que no había habido muertos gracias a la ayuda de la Virgen, todo el pueblo está de acuerdo en dedicarle la calle Alta, remombrándola con el nombre de la Patrona.
Transcribimos a continuación el discurso del profesor don Antonio Gálvez, con el compromiso de traer en los próximos días los discursos siguientes hasta que transcribamos todo el libro.
Por supuesto que si hay alguien interesado en el libro o en sus láminas lo tenemos a su disposición.







Discurso del profesor Antonio Galvez 
Villaluenga, 13 de septiembre de 1926


"Desviado  momentáneamente, por un imperativo que gustosamente cumplo, de la órbita en que se desenvuelve mi actividad, no extrañará el lector que estas líneas no estén a la altura que el asunto y lo que a ellas siga se merecen; que este remedo de prefacio sea deshilachado y burdo a pesar de verse su urdimbre de recio amor, de fuerte veneración por este pueblo y sus poéticos fervores de rancio sabor tradicional.
Puesto en el trance de hacer un proemio a este folleto, nada me ha parecido mejor que reseñar el fundamento, el móvil y el desarrollo de los actos celebrados el 15 de este mes, reseña que será a modo de entrada de este piadoso memorándum, llamado a fijar en la memoria de todos una fecha, un celestial favor y un humano reconocimiento.
Pierde su estabilidad  natural  una gran masa de piedra que un rayo descuaja, de lo más alto de la  montaña que de regazo sirve a este pueblo, en la madrugada del 31 de agosto de este año. Choca, en su caída, con grandísimo estruendo,  en la base  de  la sierra y, hecha trozos de algunas toneladas,  a unas casas   derriba  una pared, a otras deshace la techumbre y cercena, como tajante  cuchilla, la arboleda de otra y medio piso alto de la que ante ella se alza.
A la caída de esta enorme, mole con los daños materiales causados en las calles Alta y Granado, se alza majestuosamente en todo el vecindario el clamor de que a la intercesión de nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Rosario, se debía el no haber ocurrido desgracias personales y que los destrozos no alcanzaran  proporciones de catástrofe.
Un poco más de ímpetu alcanzado por las astillas de piedra, se hubiera traducido, necesaria e inevitablemente, en horrible desastre y día de desolación y luto.
Quedó patente, con lo relatado,  la protección de nuestra celestial Madre, y, como acto reflejo de aquella, surge espontánea y unánimemente una reunión de vecinos, en las  Casas  Consistoriales, para dar forma al latente deseo de testimoniar agradecimiento a Nuestra Señora del Rosario por su reiterado amparo; de  ofrendarla  humildemente el fervor de sus hijos, más lozano, más fúlgido, por el  señalado favor recibido y tal reunión  cristaliza en designar una  comisión  que,  fiel intérprete de los anhelos  populares y para que estos tengan la  realización apetecida, acuerda se eleve solicitud al Ayuntamiento para que sea dado a la calle Alta el nombre de nuestra Excelsa Patrona, que se haga  solemne voto de que todos los años en la madrugada del 31 de agosto, se celebre una procesión con  la  imagen  de la Reina de los Cielos en que se  rece el Santo Rosario,   a  la  que  concurran los vecinos de ambos sexos, así como a la función  religiosa con panegírico que, seguidamente, se le ha de dedicar y que en sitio adecuado de la Iglesia sea colocado un cepillo en el  que se   depositarán    las   limosnas  que los fieles quieran dedicar a la celebración anual de  los  cultos  reseñados. Para revestir de las posibles garantías de compromiso ineludible la  celebración de los actos religiosos, se decide se levante la oportuna  acta cuya lectura y firma se rodeará del  mayor esplendor posible para que su recuerdo perdure indeleble en el vecindario. Cumplióse el 13 del actual mes el programa   señalado—puesto  que  el Ayuntamiento, animado de sentimientos al unísono  con  los  del pueblo, acordó con entusiasmo el cambio de nombre de la calle del siniestro por el de Nuestra Señora del Rosario— celebrándose con inusitada brillantez y asistencia de numerosos fieles, la función religiosa que cantaron distinguidas señoritas y en la que pronunció una bella oración sagrada, modelo de oratoria, el Sr. Cura párroco D. Juán González Muñoz y, por la noche, la procesión de la Santísima Virgen rezándose el Santo Rosario cuyos misterios y letanías entonaron las mismos señoritas que cantaron la Misa.
Ambos actos religiosos fueron gallardas pruebas de la fe que anida en el vecindario y de que los ideales de esta índole tienen la virtualidad, una vez más puesta de manifiesto, de fundir, de compenetrar, de combinar tan intrincadamente los corazones, que no se pueden separar, por un átomo más de acendrada religiosidad, al rico del carente de fortuna, al de elevada cultura del ignorante, al de altos pensamientos del de ruines pasiones: todos, todos forman una masa homogénea, dentro de la máxima heterogeneidad posible, con un solo ideal pensamiento, con una sola lengua que musita fervientes plegarias, con un solo corazón henchido de divinos quereres.
Tuvieron lugar por la tarde—y no extrañe al lector que conceda lugar preferente al relato de aquellos—los actos no religiosos.
El vecindario congregado en la Plaza Alfonso XIII y presidido por su Ayuntamiento marchó en manifestación a la calle Alta (en su confluencia con la Plaza de Sagasta), en donde el Sr. Alcalde de la villa D Pedro Gutiérrez del Corral descubrió la lápida que bendijo el Sr. Cura y que a dicha calle da el nombre de Nuestra Señora del Rosario, estallando entusiásticos vítores y aclamaciones que unidos a las armonías de la banda municipal de música patentizaban el entusiasmo reinante. Restablecido el silencio, después de un largo rato, pronunció D. Blas Gutiérrez del Corral, médico de la localidad, un sentido discurso. Seguidamente se retorna al punto de partida en donde en medio del más absoluto y respetuoso silencio, lee el Sr. Alcalde el acta votiva que cubren en un momento de firmas las Autoridades y el pueblo en general. En este acto hicieron uso de la palabra los jóvenes abogados don Pedro Pérez Clotet y don Pedro Sánchez y Sánchez, cuyos discursos, brillantes y elocuentes como el del señor Gutiérrez del Corral, arrancaron muchos y efusivos aplausos del numeroso y selecto auditorio".
 Villaluenga del Rosario, 15-9-26.


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1 comentario:

Selu dijo...

Enhorabuena, habéis conseguido un auténtico tesoro. Me encantaría ver las láminas y fotos que trae este libro, por comparar y ver como ha cambiado la Villaluenga de 1926 con la actual. Saludos