viernes, 29 de abril de 2011

Una nueva Cruz de la Viñuela

La Cruz de la Viñuela desde la calle Botica

Fotografías: Manuel Cabello


En noviembre del año pasado escribíamos sobre la Cruz de la Viñuela, habíamos encontrado una fotografía de nuestro padre en la Cruz y estuvimos investigando un poco la historia de las cruces en la sierra de nuestro pueblo.
Parece que a principios del siglo XVIII el padre Fray Buenaventura preparó un Vía Crucis al Calvario, y que después de una noche de tormenta, colocó tres cruces en las montañas alrededor del pueblo: la Cruz del Tajo, uno de los símbolos actuales de Ubrique, la Cruz del Benalfi y la Cruz de la Viñuela.
Hace un tiempo, Leandro estuvo en la Cruz del Benalfi, y después en la de la Viñuela, allí colocó el madero transversal como pudo, y ahí quedó la cosa, esperando una ocasión para poder volver a subir y colocar la cruz.

Vista desde detrás del Calvario, subiendo a la Viñuela

La semana pasada fue el turno de Manolo, decidió subir a la cruz de la Viñuela para explorar un poco la zona, y ver si encontraba las zonas de los antiguos huertos de tabaco o los restos de construcciones romanas que hay en la Viñuela.


El pico de la Cruz, antes de poner el mástil



Para los que no conocen muy bien la sierra diremos que a la Cruz de la Viñuela se llega desde el Calvario, se empieza a subir desde detrás de la ermita. Hay que ir hacia la izquierda con respecto a la cruz (como dice Manolo, hay que ir buscando las veredas más marrones, que son las más usadas). Se sube hasta la linde con el Paso Indio.


La linde del Paso Indio, con su merga

Una vez llegados a la linde del Paso indio se sigue por la derecha, pudiéndose subir cómodamente hasta lo alto del pico. Es una vereda cómoda y fácil, aunque la cuesta es un poco empinada.



La subida es cómoda, aunque hay muchas rocas

Manolo siguió subiendo y consiguió encontrar, en primer lugar, algunos de los llanitos que servían en tiempos para sembrar tabaco, garbanzos, parras, plantas que crecen bien en la sierra. Parece mentira que hasta aquí arriba podamos encontrar restos de las civilizaciones que nos han precedido.

Cuando el terreno es tan rocoso, cualquier espacio con tierra es bueno para sembrar


Nuestro padre había censado todos los yacimientos arqueológicos de la zona en 1967, y en el listado que envió a Misión Rescate se incluyen, con el número 27,  los restos romanos de la Cruz de la Viñuela. Manolo era consciente de ello, y en su paseo estuvo buscando restos de edificaciones... hasta que los encontró


Restos de edificaciones en la base de la Cruz

No sabemos si son exactamente estos los restos romanos a los que se refería nuestro padre en 1967, pero el caso es que alrededor de la cruz hay muchos vestigios de los que vivieron allí en épocas anteriores, sería estupendo que los especialistas se interesaran también por estos restos y nos sacaran de dudas.



Vista desde el pico de la cruz: El Paso Indio y la Merga en primer plano



Vista desde el pico de la cruz: Ubrique

Una vez llegado a la cima del montículo. Manolo se encontró con varios restos que indicaban exactamente el emplazamiento de la misma. La Cruz de la Viñuela ha debido de ser repuesta en diferentes ocasiones a lo largo de estos tres siglos. Nosotros sabemos a ciencia cierta que nuestro padre estuvo implicado en las tres últimas: cuando era un joven aventurero que inspeccionaba todos los rincones de las montañas, cuando empezó en la escuela de Artes y Oficios, que inventaron montar de nuevo la cruz, que se había deteriorado con el tiempo.
La tercera vez fue en 1994, cuando se preparaba el centenario del Beato. Nuestro padre, que entonces estaba preparando su publicación sobre Diego José de Cádiz, propuso a nuestro hermano Francisco, que entonces trabajaba en el Colegio Reina Sofía, que repusiera las cruces. Francisco se puso de acuerdo con su amigo Rafael Vilches, entonces profesor de Las Cumbres, y entre los profesores y alumnos de los dos centros de enseñanza se las ingeniaron para montar de nuevo las cruces del Benalfi y de la Viñuela. Colaboraron muchas personas. Hubo que subir los maderos (ofrecidos por Manuel Carrasco, el carpintero que fue compañero de nuestro padre en la escuela de Artes y Oficios), el cemento, la arena y todo lo necesario para montar las cruces.
Tanto la cruz del Benalfi comola de la Viñuela quedaron montadas entonces, pero con el tiempo ambas han prácticamente desaparecido.


El mástil de la cruz en su emplazamiento original

Como encontró el mástil, Manolo decidió que podría colocarlo él solo, y eso hizo: lo colocó en su emplazameinto original, sobre la base de cemento preparada en 1994.
Pero no encontró por ningún sitio el madero transversal, a pesar de que hace unas semanas estaba allí, lo había colocado Leandro. Tampoco llevaba herramientas, por lo que decidió dejar la tarea y volver cualquier día a recomponer completamente la cruz.



Ahora esta parte de la cruz se ve desde muchos lugares del pueblo


Habíamos visto el mástil desde la calle Botica, pero el caso es que esta misma tarde, cuando pasábamos cerca de la antigua Plaza de Toros, había varias personas, algunas de ellas mayores, señalando a la sierra, como si hubiera pasado algo. Nos acercamos y... ¡Estaban señalando a la Cruz! Comentaban que estaba allí "el palo", que se veía desde todo el pueblo y que estaría bien que pusieran  la cruz entera.
Está claro que la cruz de la Viñuela era, y puede volver a ser, un referente para nuestro pueblo.

¿Qué trabajo costaría volver a poner las cruces y mantenerlas? Desde aquí aprovechamos la oportunidad para pedir a nuestras autoridades que tomen cartas en el asunto y repongan (aunque sea discretamente) las cruces del Benalfi y de la Viñuela, forman parte de nuestro patrimonio y de nuestra historia, hace más de trescientos años que fueron colocadas en la sierra y durante estos trescientos años se han mantenido y renovado cuando ha sido necesario.


Un pilón natural al pie de la cruz


Una vez terminada la faena, Manolo empezó el camino de vuelta, allí cerquita había un pilón natural lleno con el agua de las lluvias de los últimos días, se sentó un ratito al lado y se dió cuenta de que había miles de matagallos en flor. Se acordó de cuando éramos chicos y con cuidado arrancó uno de esos pétalos color rosa y se lo llevó a la boca...
¿Recuerdan ustedes el sabor dulzón de las flores de los matagallos? Seguro que muchos niños ubriqueños las hemos probado

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